1. El Consuelo de mi Suegra


    Datte: 18/06/2019, Catégories: Inceste / Tabou Mature, Anal

    ... altura y su boca estaba a poquísimos centímetros de la mía. La hubiera besado en ese instante, ¡Estaba preciosa!− Estás fuerte - dijo acariciando mis brazos lentamente sin separar su cuerpo del mío.− ¿Has encontrado algo? - era la voz de su marido que hizo aparición de repente en la biblioteca en el peor momento para mí.Me separé como si esa mujer me hubiera quemado. No sé si él se percató, pero ella sí que se fijó en el bulto que mostraba mi pantalón. Rápidamente me tapé con el libro, muy apurado, disimulando mi erección.− “Prácticas enológicas”, buena elección, Víctor. - dijo Ernesto quitándome el libro de forma brusca de las manos.Por un momento, dudé sin saber qué responder, pues me imaginaba que ese hombre estaba enfadado conmigo, tras verme allí pegado literalmente al cuerpazo de su adorada señora. Pero ella, una vez más, sabía cómo manejar a su marido y me sacó del apuro.− Bueno cariño, dejémosle solo.A continuación ella se abrazó a la cintura de su esposo y llevándole con ella fueron abandonando aquella enorme sala. Esa mujer conseguía lo que quería de los hombres, en un abrir y cerrar de ojos, incluyendo a su marido. Yo no quité la vista de aquella diosa y su extraordinario culo, además de sus hipnotizantes andares. A última hora se volvió y me lanzó un guiño.Tengo que confesar que no pude concentrarme en absoluto en la lectura de aquel libro, pues solo recordaba los momentos vividos con la madrastra de mi chica.Tras media hora más o menos de lectura improductiva, ...
    ... cerré la biblioteca con la llave y me dispuse a devolvérsela al jefe. La secretaria ya se había marchado y llamé con los nudillos pero no recibí respuesta. Al abrir la puerta la escena que me encontré era asombrosa. Ernesto estaba sentado en su silla y su esposa a horcajadas sobre él, besándose desenfrenadamente mientras las manos del hombre sobaban aquel redondo culo embutido en unos ajustados jeans. Él abrió los ojos al verme.− Perdón - dije descolocado.− ¿Qué quieres? - preguntó el hombre en tono seco.− No,... solo devolver la llave...− Claro. Déjala ahí y cierra la puerta.Posé la llave sobre una mesa y me giré dispuesto a abandonar su despacho aunque antes observé la mirada que me lanzaba ella subida frente al cuerpo de su marido y sus dos muslazos rodeándole. Me sonrió y me pareció ver como se relamía, no sé si para darme envidia, bien porque estaba cachondísima o por ambas cosas a la vez.Tuve que meterme en el baño para hacerme una paja monumental en honor a aquella rubia alucinante, deslumbrante y descarada. Era difícil quitarse de encima la imagen de esa mujer sobre su esposo besándose desenfrenadamente, refregándose con ansiedad sobre la silla… sin duda además de preciosa, debía ser toda una bomba sexual.Los siguientes días, después de mi jornada de trabajo acudía al despacho del jefe para pedir la llave de la biblioteca. A él parecía gustarle mi entusiasmo, mi profesionalidad y mi dedicación a esa lectura en la biblioteca, fuera de mi jornada de trabajo, pero lo que ...
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